Cata de Vida - Porque hay vida antes de la muerte
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Cata de Vida - Porque hay vida antes de la muerte
dignidad, duelo, muerte, paz, pérdida

Morir en paz

¿Saben que el 60% de personas que fallecen en España lo hacen sin conocer exactamente el diagnóstico que les lleva hacia una muerte segura? Se trata de un atentado contra la decencia, que perpetúa la mentira e impide que la persona que acaba sus días lo haga con la posibilidad de escoger qué, cuándo, cómo y con quien quiere pasar sus últimas horas.

Estos no son datos míos, sino del médico experto en cuidados paliativos, el doctor Marcos Gómez, jefe de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Doctor Negrín de Las Palmas y miembro del recientemente creado Consejo Asesor del Grupo Mémora, quien esta semana ha protagonizado una conferencia en Madrid para hablar precisamente de ello: del abordaje de los últimos días y de la necesidad de morir en paz.

¿Qué es morir en paz? Morir en paz, cuando la muerte es el destino de una enfermedad terminal, es hacerlo sin el estrépito tecnológico que supone estar absolutamente rodeado de botellas, de tubos y otros artificios que lo único que conseguirán es alargarnos en vida unas horas más.

Morir en paz es poder acabar nuestros últimos meses de un cáncer terminal sin dolor, puesto que el tratamiento del dolor no es un capricho, ni debería ser un derecho al alcance de unos pocos, sino un derecho universal. Es también contar con un profesional que nos acompañe hasta el final y es hacerlo en un lugar cómodo, y en el que no tengamos restricciones de visitas. ¿Para qué?

Pues para podernos despedir de nuestra pareja, de nuestros familiares y de aquellos allegados más íntimos y hacerlo siguiendo con aquellos simbolismos que nosotros mismos hayamos escogido. Y es que en palabras del doctor Marcos Gómez, “hasta el último instante se pueden hacer cosas importantes”, como perdonar y ser perdonado, amar y ser amado y, en algunos casos, reconciliarse con aquel amigo, aquella hija o aquel hermano con el que nos distanciamos ya hace años.

Pero ante todo para poder afrontar los últimos meses y las últimas horas de vida y morir en paz se requiere conciencia de la situación. ¿Por qué, entonces, algunos familiares y también los propios profesionales se obstinan, en ocasiones, en ignorar los deseos del moribundo, tutelando su vida y sus decisiones, como si él no fuera el auténtico protagonista de su historia?

abril 6, 2014by Josep Paris
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duelo, muerte, pérdida, proximidad

La muerte pone fin a una vida, no a una relación

Cuando busco momentos de relajación y desconexión echo mano de algunas series de televisión que me trasladan mentalmente al escenario donde se desarrollan y me ayudan a ausentarme durante unos minutos de mi realidad. Una de esas series es Mentes criminales, donde más allá de los argumentos y las escenas más o menos escabrosas, me apasiona la frase final que, a modo de corolario, cierra los capítulos.

Hace unos días en una reposición escuché la siguiente frase: “La muerte pone fin a una vida, no a una relación”, y al oírla aproveché rápidamente para anotarla pensando en su utilización posterior en este blog o en las redes sociales.

Consulté el nombre de su autor y comprobé con sorpresa que era Mitch Albom, escritor y periodista norteamericano, el mismo que había escrito el libro “Martes con mi viejo profesor”, que a lo largo de estos últimos años he leído en diversas ocasiones, a partir de la recomendación de un muy buen amigo.

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febrero 9, 2014by Josep Paris
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alianza, duelo, multiprofesional, pérdida, profesionales

El duelo, varias visiones de una misma realidad

Vivir un proceso de duelo no tiene que por qué ir vinculado con la muerte. Son muchas las situaciones que pueden desencadenar este proceso único, personal e intransferible. Ser capaces de abordar el duelo desde una mirada interprofesional que traspase el ámbito de la salud y que rompa tabúes, barreras y estigmas es uno de los grandes retos pendientes.

Hace tiempo viví de muy cerca la separación de pareja y el posterior divorcio de una persona cercana. En ciertos momentos, sus trastornos emocionales se convirtieron en malestares físicos, que en algunos casos acabaron con la consulta a su médico de familia y bajo tratamiento farmacológico. ¿La causa? El esfuerzo y el sufrimiento de afrontar la pérdida de una relación sentimental de muchos años.

Mi sorpresa vino al ver su mirada de incredulidad cuando, como enfermero, le notifiqué que una buena parte de su malestar nacía por el dolor que le estaba comportando su proceso de duelo. Ella, que no es profesional del ámbito de la salud, respondió que, desde su imaginario, siempre había relacionado el duelo con el hecho de afrontar una situación de muerte.

Este episodio me ha hecho pensar muchas veces que si ella lo desconocía, seguro que muchas otras personas siguen compartiendo esta visión errónea.

Un proceso único y personal

Mayoritariamente se ha asociado el duelo a la pérdida de un ser querido. Pero el proceso de duelo está vinculado a cualquier tipo de pérdida. Así perder el trabajo, el nivel de vida o un cambio de ciudad, de casa, situaciones tan frecuentes actualmente por culpa de la situación económica que estamos viviendo, pueden comportar, pues un proceso de duelo.

El proceso de duelo es diferente para cada persona, pues hay tantas formas de vivirlo como situaciones lo desencadenan, la duración también es variable y, por lo tanto, el ritmo es diverso y depende de la capacidad de adaptación de cada cual.

En el proceso de duelo aparecen una mezcla de sentimientos como la tristeza, la angustia, la apatía, la culpa, la rabia, el abatimiento, la sensación de injusticia, que se pueden mezclar con alteraciones del sueño, del hambre o de la libido y también manifestaciones como palpitaciones, sudoración, cefaleas, etc.

En todo caso, el listado de síntomas es muy variado, puesto que cada persona puede desarrollar su propia manifestación ante una pérdida. Cada cual se adapta y responde como puede o cómo sabe.

La alianza multiprofesional, un reto

Del mismo modo que el duelo afecta a las diversas dimensiones de la persona, el abordaje de estas afectaciones tendría que ser multiprofesional, algo que, a veces, no se desarrolla suficientemente.

A menudo los profesionales de la salud actuamos cuando ya se ha iniciado un proceso patológico del duelo, pero tenemos que ser capaces de promover acciones de prevención y promoción que ayuden a vivir con la máxima normalidad posible este proceso. Y hacerlo no sólo de la mano de quienes trabajan desde la vertiente de la salud, sino de los profesionales que se mueven en los ámbitos social, educativo, laboral y de ocio, pero también de quienes trabajan en el ámbito de los servicios funerarios, entre otros.

Hace falta pues, romper las barreras clásicas que tradicionalmente nos han separado y, a pesar de las dificultades, ser capaces de actuar todos conjuntamente, cada cual desde su mirada y realizando su aportación profesional.

Para lograr esta necesaria intervención multidisciplinar, los profesionales de la salud necesitamos todavía de mucha formación no sólo para ayudar, acompañar y apoyar a una persona que afronta un proceso de duelo, sino para ser capaces de abordar desde nuestra vertiente profesional y/o personal nuestros propios miedos, que a menudo nos impiden ofrecer la ayuda o el seguimiento necesario.

Adaptación del artículo publicado en la revista Annals de Medicina de la Academia de Ciencias Médicas y de la Salud de Catalunya y Baleares. 2013, Volum 96, Número 3

octubre 13, 2013by Josep Paris
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Sobre mí

© Laura Guerrero

Soy enfermero de formación, en permanente construcción. Nunca dejo de aprender y crecer.

Con experiencia en el ámbito de la atención a las personas mayores y de la gestión, en la actualidad centro mi labor profesional como responsable de desarrollo en una empresa de servicios funerarios, con implantación en España y Portugal.

¿Mi objetivo? Innovar con la humanización de todo el proceso del final de la vida de las personas y de sus familias. Creo que definitivamente hay que enlazar el proceso sanitario con el proceso funerario, porque si algo todos tenemos claro es que morir, morimos y, entonces, ¿por qué no hacerlo de la mejor forma posible?

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Mis reflexiones llegan a veces sin avisar, fruto de los pequeños detalles, de las vivencias y de la rutina diaria. Mi labor profesional se centra ahora en humanizar y acompañar el proceso de muerte de un familiar o de un ser querido, una experiencia por la que, tarde o temprano, pasamos todos. Palabras como las de Eduard Punset “Hay vida antes de la muerte” toman toda su fuerza y me animan a compartir esas reflexiones entorno a mi día a día profesional y personal. El Diccionario María Moliner define catar como “tomar una pequeña porción de algo para ver cómo sabe” y esto es precisamente lo que pretendo con este blog, catar la vida…

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